La Congegación del "Rebaño de María" nació en Cádiz. Las primeras hermanas tomaron el hábito franciscano en la Iglesia de Capuchinos, y fue en el barrio de la viña donde comenzó su andadura.

Hoja Informativa Extraordinaria

martes, 20 de septiembre de 2016
 
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DIÓCESIS DE CÁDIZ-CEUTA
Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios MARIA DE LA ENCARNACIÓN Fundadora de la Congregación de las TT. Franciscanas del Rebaño de María (1840-1917)

Decreto de Virtudes Heroicas “En verdad os digo: que todo lo que hicisteis con uno de éstos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo” (Mt. 25,40). Esta palabra evangélica resplandece admirablemente en el itinerario espiritual y en el testimonio de la vida de la Sierva de Dios, María de la Encarnación: fiel discípula de Jesús que supo reconocer la presencia del Maestro en el rostro de aquellos que sufren, sobre todo en el rostro de los más pequeños y enseñó a sus hijas a hacer lo mismo. La Sierva de Dios nace en Puebla de Guzmán, pueblo de la provincia de Huelva (España), el 24 de Marzo de 1840. Era hija única y fue educada cristianamente por su familia. Siendo aún adolescente, quedó huérfana de padre. Poco después también la madre fue atacada de una grave enfermedad. Por ello, Encarnación, se vio constreñida a alejarse de la familia e ingresó como colegial interna en el Colegio de la Compañía de María, de San Fernando. Aquí, con el paso de los días, comenzó a sentir los primeros signos de la vocación a la vida religiosa. En 1856 hizo la primera profesión. La permanencia en la comunidad fue para ella, además de una significativa experiencia de oración y de búsqueda espiritual, también supuso para ella un momento de maduración y de apertura ante tantas personas abandonadas con las que entraba en contacto diariamente. Pasados unos veinte años y, siguiendo el consejo del obispo de Cádiz, Fray Félix Mª de Arriete, abandonó la Congregación y se dedicó a una intensa actividad asistencial, encaminada de modo particular a favor de la niñas y ancianos pobres y abandonados. Vistió el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y, seguida y acompañada de otras tres amigas, con ellas en 1878 dio comienzo a un nuevo Instituto, las Terciarias Franciscanas del Rebaño de María, confiado particularmente a la protección de la Madre del Buen Pastor. En aquella ocasión tomó el nombre religioso de Madre Encarnación. En breve tiempo el Instituto creció y se hizo necesario abrir nuevas casas también en otras ciudades españolas, entre Sevilla, Huelva y Ubrique, además de otras naturalmente en Cádiz. Su actividad se ejercía en el ámbito escolar y en la asistencia material, afectiva y espiritual en relación con el mundo femenino. El único sustento de la obra era la generosidad de los bienhechores y las limosnas que la Sierva de Dios pedía por las calles de la ciudad. En 1891 el obispo de Cádiz aprobó las Constituciones y el año siguiente la Sierva de Dios emitió los votos perpetuos. La búsqueda de la perfección, radicalizada en el seguimiento de Cristo, siguiendo el camino de la pobreza franciscana y de la generosidad evangélica, una intensa vida interior sostenida por la oración, por la Eucaristía y por la devoción a la Santísima Virgen, el amor hacia los pobres y los últimos: son éstos los componentes que se encuentran fácilmente en el perfil espiritual de la Sierva de Dios. Equilibrada y prudente, fuerte de carácter pero dulce y comprensiva con todos, estaba siempre disponible para escuchar las necesidades de las hermanas y de cuantas personas la visitaban diariamente. No le faltaron a Madre Encarnación periodos de dificultades y de pruebas: entre otras tuvo que sufrir una visita canónica como consecuencia de una calumnia que le levantaron, visita que no sirvió sino para confirmar su buena fe. A esto se añadieron la salida de algunas Hermanas, debido sobre todo a un estilo de vida demasiado austero y a un estado de salud física que, siendo de por sí siempre precario, se fue deteriorando con el paso de los años. Encontró problemas e incomprensiones, que siempre supo afrontar con gran espíritu de sacrificio y una gran serenidad de ánimo. Aún en medio a tantas fatigas y enfermedades, nunca dejaba la oración, la piedad eucarística y mariana y el recogimiento, que favorecían una profunda comunión con el Señor y el abandono confiado en la Divina Providencia. Completamente olvidada de sí misma, Madre Encarnación con absoluta sencillez todo lo orientaba a la mayor gloria de Dios y a la salvación de los hermanos. Por eso mismo la caridad brotaba límpida de su corazón y se derramaba, con humildad y dulzura, hacia todos los que encontraba, sobre todo los más necesitados. Intensa fue la obra llevaba a cabo por la Sierva de Dios, que, sobre todo, con el continuo extenderse del Instituto, se sometía a un trabajo agotador. En 1915 quedó semiparalizada y ciega. Murió en Cádiz el 24 de Noviembre del 1917. La numerosa participación de fieles en sus funerales era un testimonio más que evidente de la fama de santidad de la que gozaba. En virtud de esta fama, del 19 de Diciembre del 2009 al 19 de Diciembre del 2010, en la Curia eclesiástica de Cádiz, se celebró el Proceso Diocesano, cuya Validez jurídica fue reconocida por esta Congregación con Decreto del 11 de Junio del 2011. Preparada la Positio, se discutió, según la práctica habitual, si la Sierva de Dios ejercitó en grado heroico las virtudes. Con resultado positivo, el 3 de Noviembre del 2015 se celebró el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos. Los Padres Cardenales y Obispos en la Sesión Ordinaria del 5 de Abril del 2016, presidida por mí, Cardenal Ángelo Amato, han reconocido que la Sierva de Dios ha ejercitado en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y anexas. Finalmente, hecha una cuidadosa relación de todas estas cosas al Sumo Pontífice Francisco por el que suscribe, Arzobispo Prefecto, Su Santidad, aceptando los votos de la Congregación de las Causas de los Santos y ratificándolos, en el día de hoy declaro que: Sí consta el ejercicio de las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad, tanto en Dios como en el prójimo, así como de las cardinales Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, y de sus anexas, practicadas en grado heroico, por la Sierva de Dios María de la Encarnación, Religiosa Fundadora de la Congregación de las TT. FF. del Rebaño de María, para el caso y el efecto del que se trata. El Sumo Pontífice ordenó, finalmente, que este Decreto se hiciese público y que fuese consignado en las Actas de la Congregación de las Causas de los Santos. Dado en Roma, el día 27 del mes de Abril, del a. D. 2016 +ANGELUS Card. AMATO, SDB Prefecto +MARCELLUS BARTOLUCCI Arzobispo titular Mevaniensis Secretario
 

HOJA INFORMATIVA Nº 23

domingo, 14 de febrero de 2016
 
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MADRE MARÍA DE LA ENCARNACIÓN CARRASCO TENORIO Fundadora de HH. TT. Franciscanas del Rebaño de María

HOJA INFORMATIVA 23 Febrero 2016 Muerte de la Sierva de Dios M. Mª de la Encarnación pasa la noche del 23 de noviembre de 1917 muy intranquila. Angustioso es para las hermanas ver llegados los últimos momentos de la existencia de tan amada Madre. A primera hora de la mañana siguiente, se avisa al P. Confesor y recibe como viático la Sagrada Eucaristía, que la dispone con mayor riqueza de gracias a celebrar las bodas eternas con el Corazón Divino, de quien tan devota es. El P. José Mª Cortés le administra los Santos Óleos, que recibe con extraordinario recogimiento, reflejando en su rostro la paz de los justos que desean unirse a su Dios. Después de la bendición Papal, con la voz muy apagada, ruega a sus hijas le perdonen los malos ejemplos que les hubiese dado, y les recomienda algunos consejos que apenas puede ya pronunciar. Pasa todo el día en un letargo continuo, y, a las once y diez de la noche del sábado 24 de noviembre de 1917, la sierva de Dios fallece a los 77 años de edad, rodeada de varias hermanas y en presencia del P. Director, D. José Mª Cortés, que durante todo el día le ayuda en su tránsito, encomendando su alma y rezando continuas invocaciones. Al terminar la jaculatoria ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!, expira sin el menor estremecimiento. Tras los primeros momentos de lágrimas incontenibles y de dolor intenso, colocan su cadáver en la nave media de la Capilla; a primeras horas de la mañana van llegando las hermanas de las distintas Casas, que no cesan de acompañarla y de orar por su eterno descanso, así como las niñas y bienhechoras del Instituto. Durante el tiempo que permanece su cuerpo insepulto no dejan de desfilar un gran número de personas de todas las clases sociales para dar su último adiós a tan caritativa Madre, entre las cuales se aprecia a varios necesitados depositarios de la bondad inagotable de M. Mª de la Encarnación. A las doce en punto del día 26 de noviembre se celebra el solemne funeral de Corpore insepulto, presidiendo la Eucaristía D. José Asenjo, Sr. Coadjutor de la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario y confesor ordinario de la Comunidad. Terminado el funeral, el cadáver es trasladado a hombros hasta el coche funerario. El acto de conducción del cadáver hasta el cementerio es presidido por la cruz de segunda clase y el clero de la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, estando rodeado el coche fúnebre por 36 religiosas y 42 niñas asiladas, todas portando cirios encendidos, seguidas de un numeroso acompañamiento, en el que figuran varios sacerdotes, religiosos de todas las Comunidades y distinguidas personas. Presiden el duelo, entre otros, el Ilmo. Sr. Vicario Capitular (Sede Vacante); Sr. D. José García Deulofeu; Sr. Deán de la S. I. Catedral. D. Manuel Flores Cárdenas; Ilmo. Sr. D. José Mª Cortés, Canónigo de la S. I. Catedral y Director de la Congregación; D. Ramón Molina, Beneficiado y D. Juan López Gil, Mayordomo de la Parroquia de San Antonio. En las Puertas de Tierra, Extramuros de Cádiz, espera a la comitiva la cruz de la Parroquia de San José, cantándose el oficio de sepultura en la Capilla del Cementerio. Antes de ser depositado el cadáver de la Madre en el nicho nº 16, Fila 3ª, en el Patio 3º, todos los sacerdotes y religiosos rezan por ella, dando sus hijas las más evidentes muestras del amor que profesan a tan ejemplar Fundadora y Madre. El fallecimiento de la sierva de Dios consta en el Libro de Difuntos nº 18 de la Parroquia de Ntra. Señora del Rosario de Cádiz. Una sugerente muestra de la estima de que goza tan digna fundadora en la capital gaditana es que el 26 de Noviembre de 1917, en el “Diario de Cádiz”, en la sección de actualidades, aparece publicado un artículo con la noticia del fallecimiento y anuncio del sepelio de la sierva de Dios, que contiene una reseña de su biografía y de sus virtudes. Este artículo recoge “el aprecio y estimación de cuantos la trataron y tuvieron ocasión de conocer su carácter afable y benévolo”. En el mismo número de esta publicación local podemos encontrar la Esquela Mortuoria de la Rvda. Madre. En fechas posteriores, Arzobispos y Obispos de diversas diócesis, para promover la caridad a favor del eterno descanso de M. Mª de la Encarnación, conceden indulgencias a todos los fieles que practiquen los actos de piedad y devoción por ellos indicados. Poesía Encarnación, dichosa tú que entre muchas fuiste por Dios elegida y con tu lámpara encendida entraste al banquete de bodas. Llamó el divino Amor a tu puerta y el corazón de par en par le abriste, si grande fue la siembra en tu huerta frondosa es la cosecha que le diste. fue tu vida de amor como una estrella que brillo en la noche de la vida, fue la luz de la fe que fulgió en ella con caridad y esperanza sin medida. José Laguna Menor

PENSAMIENTO “El amor misericordioso es el distintivo de toda identidad y acción cristiana” (Madre María Encarnación)


 
 
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